domingo, 31 de mayo de 2009

Somos aliento

En esta primavera llena de despedidas (qué difícil creer que estás muerta, Mavi) nos ha dejado también la profesora Ilse Middendorf, reconocida investigadora y terapeuta del aliento (www.aliento-experimentable.com). El pasado 2 de mayo se apagaban sus 99 años de vida. Nos queda el resultado de su trabajo y a mí, que la conocí en una de sus visitas a Donostia, el recuerdo de una mujer humilde y extraordinariamente ágil para lo que se espera de una octogenaria. Nada de arrastrarse por la vida, Ilse se deslizaba. Su porte resultaba más joven que el de muchos de 40.

Años de entrevistas te enseñan a diferenciar a los que son de los que aparentan ser. A fin de cuentas, las máscaras se usan para ocultar lo que no queremos mostrar y vender una cara más amable, y eso lo que todo entrevistado desea. Ilse no vendía nada, sólo era. Sin imposturas, apoyada en su aliento.

Dicen que somos lo que comemos, lo que hacemos –y no lo que decimos- lo que tenemos y nos falta, pero sí de verdad algo somos, si algo nos define es nuestra respiración. Así como respiramos estamos en el mundo.

Cerramos mayo con un poema de Mario Beneditti sobre la oportunidad de ser uno mismo (seguir nuestro propio aliento) o respirar al ritmo que los tiempos -y los poderosos- marcan.

Otherness

Siempre me aconsejaron que escribiera distinto
que nos sintiera emoción sino pathos
que mi cristal no fuera transparente
sino prolijamente esmerilado
y sobre todo que si hablaba del mar
no nombrara la sal

siempre me aconsejaron que fuera otro
y hasta me sugirieron que tenía
notorias cualidades para serlo
por eso mi futuro estaba en la otredad

el único problema ha sido siempre
mi tozudez congénita
neciamente no quería ser otro
por lo tanto continué siendo el mismo

otrosí digo/me enseñaron
después que la verdad
era más bien tediosa
el amor/ cursi y combustible
la decencia /bastarda y obsoleta

siempre me instaron a que fuera otro
pero mi terquedad es infinita

creo además que si algún día
me propusiera ser asiduamente otro
se notaría tanto la impostura
que podría morir de falso crup
o falsa alarma o otras falsías

es posible asimismo que esos buenos propósitos
sean sólo larvadas formas del desamor
ya que exigir a otro que sea otro
en verdad es negarle su otredad más genuina
como es la ilusión de sentirse uno mismo

siempre me aconsejaron que escribiera distinto
pero he decidido desalentar/ humilde
y cautelosamente a mis mentores

en consecuencia seguiré escribiendo
igual a mí o sea
de un modo obvio irónico terrestre
rutinario tristón desangelado
(por otros adjetivos se ruega consultar
críticas de los últimos treinta años)
y eso tal vez ocurra porque no sé ser otro
que ese otro que soy para los otros

jueves, 21 de mayo de 2009

Fuego y humo

Vivimos en una época de pirámides invertidas. Por cada productor agrícola hay un equipo de técnicos dispuesto a medir el proceso de elaboración, la trazabilidad, el recorrido de la cadena de distribución, los niveles de consumo... Para cada paciente de la sanidad pública hay un protocolo -palabra mágica que da de comer a muchos funcionarios- . El enfermo necesita ayuda para mejorar su malestar, pero el protocolo contempla un largo recorrido hasta llegar al remedio.

Nos venden que la atención al público centralizada mejora el servicio, pero la centralización suele estar muy lejos -!ay esos operadores telefónicos a los que tienes que deletrear tu apellido varias veces como si fueras extranjero en tu pueblo!- y además, los agentes siempre están ocupados. Lo que antes se resolvía paseando hasta un lugar concreto donde una persona respondía a las preguntas, ahora es un largo camino de citas previas y voces sin rostro.

Como hay tantas personas necesitadas del trabajo de otro para inventarse el suyo, tanto profesional dispuesto a analizar, explicar, evaluar, mejorar un mismo proceso..., tarde o temprano acabamos rodeados de vendedores de humo. Son los que no han hecho fuego nunca - no sabrían frotar dos piedras- , pero se especializan en complicar lo sencillo y, sobre todo, en medirlo. Y acabamos enredados en el absurdo. Una comisión de expertos de pacotilla puede pasarse horas discutiendo de la calidad del humo mientras un único operario se desloma intentando que la llama no se apague.

Porque la cuestión es hacer algo o, por lo menos, hacer que hacemos o, aún mejor, decir a otros lo que tienen que hacer. Y tenemos tan arraigado lo de la acción como obligación que nunca se nos ocurre otro camino.

Escuché una vez a un buen conferenciante una historia sobre varios niños de culturas y orígenes diferentes que tenían que ponerse de acuerdo sobre una naranja. Uno decía que lo que procedía era luchar, pelear unos con otros, y el ganador -el más fuerte- se quedaba con la fruta. Otro proponía que la confrontación fuera intelectual: un jurado imparcial hacía preguntas y el que mejor respondiera se llevaba la naranja como premio. Un tercero propuso dividirla en trozos y repartirla en partes iguales. Así cada cual daba su parecer, hasta que hubo uno que sólo preguntó: "¿Y por qué hay que hacer algo con la naranja? ¿No podemos simplemente dejarla como está, dejarla ser, y así todos tendremos opción de contemplar su belleza?" Este niño poeta nunca conseguiría trabajo en una consultoría.

domingo, 10 de mayo de 2009

Ni por guapos, ni por feos

Se queja Brad Pitt en una entrevista: "Soy una de esas personas a las que odias por una cuestión puramente genética". Y tiene razón. Algo parecido, pero en sentido contrario, podría decir Susan Boyle: una persona de las que la gente se mofa sólo por una cuestión genética. Brad es guapo, insultantemente guapo. Susan no. Y por ese reparto de genes al guapo le toca demostrar que además tiene talento. Y a la fea, también.

La escocesa Susan Boyle, de 47 años, deslumbró a público y jurado, el pasado 11 de abril, con su conmovedora actuación en el programa Britain's got talent de la TV inglesa. El vídeo de su intervención ha sido visto en Internet 186 millones de veces en menos de un mes. Ya cuenta con entrada en Wikipedia.

Tiene Susan una voz cálida y bella que emociona escuchar. Y un físico que no se corresponde con lo que se espera de una mujer aspirante a cantante televisiva. No hay sofisticación en su porte, no hay armonía en su rostro, por no cumplir no cumple ni con la edad para ser meritoria. Tal como es subió al escenario, y cuando todos estaban riéndose de su torpeza, de su atrevimiento, empezó a cantar y enmudecieron.

Conviene ver el vídeo -que algunas voces consideran preparado ya que, sin duda, habrá una preselección de candidatos y el jurado debería saber de sus aptitudes- para entender lo hipócritas que somos en este tema. Lo que nos sorprende es que una mujer tan vulgar -según las normas de belleza en vigor -haga una interpretación tan sublime. Llegó para ser el bufón y se transformó en princesa.

En su particular carrera hacia la consecución de su sueño, Susan se ha animado -asesorada por la peluquera de su barrio- a cambiar un poco. Se ha teñido el pelo, se ha depilado las cejas, se ha comprado ropa... Y a la cadena televisiva esa decisión le ha sentado mal. "No queremos una Susan glamorosa. No queremos cambiar a la persona de la que nos enamoramos" ha declarado cínicamente el director del programa. Está claro. No les interesa sólo la voz de Susan, quieren el paquete completo. La necesitan fea y desaliñada para dar espectáculo y arrastrar audiencia.

Ni Brad, ni Susan, ni nadie debería ser juzgado tan ligeramente por su apariencia. El talento está más allá del envoltorio. Sólo espero que Susan no se deje imponer criterios ajenos y sea todo lo guapa y feliz que quiera sentirse.