domingo, 30 de enero de 2011

Strange things will happen

Adoro esta canción.





Today was a pretty day
No disappointments
No expectations on your whereabouts
And oh, did I let you go?
Did it finally show that strange things will happen if you let
them?

Today I didn't even try to hide
I'll stay here and never push things to the side
You can't reach me cause I'm way beyond you today

Today was a pretty day
Autumn comes with
These slight surprises where your life might twist and turn
Hope to unlearn
Strange things will happen
If you let them come around and stick around

Today I didn't even try to hide
I'll stay here and never push things to the side
Today I didn't even look to find
Something to put me in that peace of mind
You can't touch me cause I'm way beyond you today

domingo, 23 de enero de 2011

Críticas feroces y mucha pasividad

Leo que un banquero suizo ha entregado a Wikileaks datos de dos mil sospechosos de evasión fiscal. Al parecer, había intentado darle los documentos al ministro de Finanzas alemán, sin éxito. Se dice que entre los evasores figuran 40 políticos. ¿Será el inicio del mundo al revés de Goytisolo? ¿Con lobitos buenos y banqueros honrados?

Pronto veremos las vergüenzas financieras de algunos al aire. ¿Y qué más? Otra vez nos conformaremos con que el escándalo y el cabreo por las revelaciones nos produzcan una urticaria ¿Cuando dejará el desengaño de ser pasivo y pasaremos a exigir responsabilidades?

Hace dos días, en un autobús urbano, de forma espontánea, a raíz de una conversación privada –sobre la jubilación a los 67- escuchada por todos los presentes, la gente se calienta y empieza una letanía contra los políticos y su labor. Si el malestar se cristalizara en algo más que quejas… ¿Cuántos de esos protestones irían a una manifestación para decir lo mismo en voz alta? ¿Cuántos participarán en la huelga del 27?

Un par de semanas atrás, trayecto de veinte minutos escuchando la diatriba de un taxista indignado, profundamente enfadado, por las consecuencias de la crisis para su bolsillo y la inutilidad de los políticos a los que había votado y le estaban llevando a la ruina. “!Me estoy gastando los ahorros para sobrevivir!”. Quería venganza. Añoraba un líder como Le Pen, estaba dispuesto a montar un grupo paramilitar para liquidar “a unos cuantos políticos sinvergüenzas”. Decía sus nombres. Se confesaba dispuesto a matarlos él mismo.

Tal alterado estaba, tan salido de sí, que se equivocó y me dejó en otra dirección. Me lo tomé bien. Prefería caminar que seguir escuchándole, pero se percató de su error y volvió para recogerme y llevarme al final de la calle. Se disculpó, avergonzado. En otras circunstancias, en otro momento –me contaba- él había votado a la izquierda, pero ¡lo estaban haciendo tan mal! Parecía un amante despechado.

Yo pensaba que si esas mismas declaraciones las hiciera no un taxista madrileño con plaza en Barajas sino uno vasco, en otro contexto, podría acabar en la Audiencia Nacional.

Así son estos días, de ideas perseguidas y exaltaciones jaleadas. Igual es que nos prefieren salidos de madre, lanzando feroces críticas alrededor de la máquina del café, como si las restricciones a los derechos, las reformas a la baja, los ataques al pensamiento crítico fueran inevitables, una plaga bíblica. Y después del desahogo, cada uno a lo suyo, “a ver si yo me libro, a ver si no me toca”, que es la manera más segura de que nada se mueva.

domingo, 2 de enero de 2011

Hoy puede ser un gran día...

Si se cumple la ley antitabaco que entra en vigor y, por fin, los no fumadores nos libramos de la imposición del humo ajeno. Va a ser un sueño salir de marcha y no volver con el nauseabundo olor pegado a la ropa, al pelo…

Hay voces muy ofendidas que llaman a concienciar más y prohibir menos. Les parece muy drástico esto de poner una fecha y amenazar con multas. ¿Cuántas prórrogas más necesitan a costa de mis pulmones?

Desde 2005, cuando se aprobó el primer intento, ya hemos tenido tiempo de comprobar que hay adictos a los que les rebotan los avisos. Generalizar no es bueno. Entre los fumadores, como en el resto de colectivos, hay de todo. Pero entre ese de todo yo he conocido bastantes maleducados. Así pidieras, por favor, una tregua, seguían a lo suyo. Pretender respirar un aire no viciado suponía, a veces, librar una batalla en la que el bando fumador se negaba a aparcar el vicio, por ejemplo durante la hora de clase, y los anti-tabaco atacaban abriendo las ventanas, así hubiera 0 grados en la calle. Y ahora quieren darme pena. La verdad es que los no fumadores hemos vivido acogotados.

Recuerdo a una amiga, Rosa, que entró a trabajar en un puesto de la Administración. Era una imprenta ubicada en un sótano, sin ventanas ni luz natural. Un verdadero agujero. Los compañeros fumadores no sentían que les faltara el aire, pero visto que eran muchos los adictos y ante la imposibilidad de ventilar aquella estancia que a media mañana ya estaba cargadísima, la jefatura decidió que había que fumar en la calle. Así que cada hora disponían de unos minutos de descanso para echar el pitillo. Los no fumadores no podían salir. Rosa protestó. Ella también quería separar la mirada de la pantalla, estirar las piernas… Nada; si no se fumaba no se justificaba la pausa. Al cabo de unos meses, Rosa empezó a fumar.

Así de comprensivos hemos sido con los adictos al tabaco. No se les reconoce el mismo derecho a los que dependen del alcohol o de la siesta para estar a gusto.

Algunos fumadores piden más tolerancia e intentan pontificar sobre lo mala que es la imposición. “No habría que prohibir nada” dicen. Sería genial que todos respetáramos al de al lado. Que antes de hacer cualquier cosa en un lugar público -escupir o hablar por el móvil- pensáramos en los que nos rodean. Pero no funciona. Sólo hay que coincidir con alguien que entra a un ascensor fumándose un puro para saberlo.

Además, resulta que la vida en sociedad, en esta sociedad, se regula con prohibiciones. Está prohibido coger el coche de otro para darse una vuelta, aunque estés muy cansado y tengas luego intención de devolverlo. Si sientes hambre, -necesidad de primera-, no puedes entrar a un súper y llevarte un paquete de almendras sin pagar.

El debate sobre los límites de la ley es un debate sobre los límites de la libertad, ajena y propia. Yo estoy de acuerdo en que hay muchas maneras de vivir y de morir. Y es cosa de cada uno la que elige. Pero cuando fumas a mi lado me haces fumar a mí. Y no, a eso no tienes derecho.

La tiranía de los fumadores ha durado décadas. Celebro que se acabe.