domingo, 24 de enero de 2016

No renunciaré a mis derechos

"En Europa, los “musulmanes” se ven como víctimas, como minoría oprimida, lo que aparentemente justificaría cualquier comportamiento agresivo y reaccionario de su parte. Pero basta cruzar unas pocas fronteras para apreciar, cuando son mayoría o llegan al poder, la naturaleza de su programa en relación con la democracia, el laicismo, los fieles de otras religiones y las mujeres. La total carencia de análisis político es lo que permite su crecimiento en Europa". Marieme Hélie-Lucas.

Lo acontecido en Alemania en Nocheviaja pasada me indignó tanto que me dejó sin habla. !Sentía tanta rabia! Y el cabreo subía de grado cuando leía y escuchaba las reacciones de algunas feministas y de la "izquierda". Me sentía defraudada con los análisis públicos que escuchaba. Se banalizaban las agresiones diciendo que en otras partes, aquí al lado, la violencia machista mata mujeres. Se acallaba el malestar con la amenaza de un mal mayor: la islamofobia. Y yo me preguntaba que habría pasado si hubieran sido ellos los agredidos. Imaginemos la escena: hombres que atacan a hombres, por cientos, por miles, al mismo tiempo, en varias ciudades de un mismo pais. El motivo: ser diferentes (no llevar barba, beber alcohol) ¿Se aceptaría con tanta ligereza la agresión sólo porque los agresores pudieran formar parte de una sociedad con costumbres culturales diferentes...? Yo diría que no.

Lo que se discute aquí es mi derecho a utilizar el espacio público. Mi derecho -como mujer- a estar en la calle de noche, a participar de la fiesta, a salir sola... No aceptaré que mi derecho puede estar en segundo o tercer lugar, por debajo de los derechos de comunidades religiosas, culturales o de minorías étnicas.

Una buena amiga me ha enviado este texto de Marieme Hélie Lucas, reconocida feminista y luchadora laicista argelina, fundadora de la Red de Mujeres bajo la Ley Musulmana, que nos da una lección de realidad política.

"Que la preocupación principal haya sido la de proteger a los victimarios, y no la de defender a las víctimas, es una variante de la habitual defensa de la violencia masculina contra las mujeres".

Mi madre, que de feminismo sabrà poco pero sentido común le sobra, lo explica de una manera muy rotunda: "Si un hombre intenta agredirte -sea quien sea- primero patada en los huevos, y luego ya hablaremos de sus circunstancias".