miércoles, 10 de mayo de 2017

Edadismo (discriminación por razón de edad)

Una mujer, una señora de 68 años, delante de mí en la cola de la entidad bancaria. En un momento de la gestión le dice a la empleada -que no llegaba a las 25- que "eso", lo que fuera (mi afilado oído involuntario no da para tanto), lo hacía ella desde casa por Internet. Sorpresa de la joven que exclama: !Usted utiliza Internet! La señora, ofendida, responde que por supuesto. ¿Acaso hay una edad límite?

Un hombre, conductor de 72 años, por una ciudad que no conoce. Duda en un cruce mal indicado y se confunde de dirección. Intenta dar la vuelta. En el vehículo que le precede, una pareja treintañera se impacienta: "Estos viejos..., así ocasionan los accidentes" ¿Con menos años no hay posibilidad de equivocarse de sentido?

Solo son dos ejemplos reales y sencillos. La discrimación por edad existe y es consecuencia de una visión muy negativa de la vejez. Desde la atalaya de la inconsciencia, los jóvenes y otros no tan jóvenes se creen poseedores de algún tipo de superioriad o excelencia que presuponen se pierde con los años; como si la experiencia en vez de sumar habilidades las restara. Así, automáticamente.

Hay voces, poco reflexivas, que sin datos ni argumentos que lo sustenten proponen marcar límites y prohibiciones por edad -al permiso de conducción, por ejemplo- , como si cumplir años por si mismo fuera definitorio de algo, obviando que ser septuagenario aquí y allá no es lo mismo y que todos ambicionamos llegar a viejos, con el tiempo.

De la misma forma que la juventud no es vacuna contra nada, la madurez y la vejez, por si solas, no hacen a las personas más incapaces o más cretinas. No caigamos en la trampa de juzgar por la apariencia.