domingo, 9 de julio de 2017

¿La nostalgia es un error?





 !Cuánta belleza en la voz de Yves Montand! Como diría un amigo italiano, si al escucharla no te estremeces es que no eres humano.

La he buscado en el cajón de las canciones perennes para provocarme a mí misma una nostalgia suave, una tristeza bonita -que las hay-.  Y eso porque en una quedada con viejos amigos salió el tema de la nostalgia (ya sabéis, se empieza enseñando fotos antiguas, hablando de conocidos olvidados y se concluye con la evidencia de que el tiempo pasa y las relaciones cambian...).

Yo mantenía, y mantengo, que las amistades verdaderas -no confundir con los amores- no se pierden. Si acaso, se transforman. Pero si una persona no ha pasado por tu vida en décadas porque ni la has buscado ni te ha buscado... era prescindible. No forma parte de tu paisaje o porque ella no ha querido o porque tú no has querido, pero no por casualidad.

Elegimos continamente, día a día, cómo relacionarnos con nuestros compañeros de vida. En los extremos están los obligados y los deseados. Y en el medio, un montón de personas con más o menos importancia. Los recordamos o los olvidamos, con intención.

Por eso, opino que el sentimiento nostálgico, esa melancolia delicada originada por la añoranza de una dicha que fue y ya no es, queda muy bien en las letras de los boleros y los tangos, pero en la vida real puede ser un incordio.

Si el recuerdo del sabor irrecuperable de los melocotones de la infancia impide disfrutar de la fruta actual es mejor borrarlo o escribir sobre él,- disfrutar y paladear ese estado de ánimo a solas-, guardar una copia de seguridad, y resetear el disco duro antes de salir a la calle. Eso o aceptar sufrir el desencuentro de que nosotros vivamos en el ayer cuando el resto está en el hoy.