domingo, 18 de agosto de 2019

El cuerpo de las mujeres

En el cuerpo de las mujeres se está librando una guerra. Una guerra contra la libertad.

En esa guerra por la libertad las mujeres somos tropa de infantería, carne de cañón. Se nos utiliza de avanzadilla para lograr, empezando por la limitación de la libertad sexual o de vestimenta, el desembarco de ideas cada vez más retrógradas.

No es algo nuevo, me diréis. Es verdad, al menos desde los tiempos de la virgen-madre andamos las mujeres batallando con un relato oficial que pretende medirnos con lo imposible (ser madre sin dejar de ser virgen) para no acabar recluidas en una de las dos casillas: pura o puta.

Con mucha lucha, desgarro y sacrificios de muchas mujeres- y de algunos hombres- anteriores a nosotras, fuimos ganando espacio y respeto. Occidente no es el mejor mundo posible, pero es aquí y ahora donde las mujeres tenemos más derechos y más posibilidades de defendernos. Y de vivir en libertad.

Y, curiosamente, en este momento y en este lugar voces que se consideran a sí mismas progresistas y favorables al movimiento feminista, personas con eco en los medios, difunden ideas blanditas y confusas sobre lo que es aceptable o no, en cuestiones tan importantes como la imposición del velo, los vientres de alquiler o la legalización de la prostitución.

Que os parece que mezclo muchos temas... Pues yo diría que el tema es el mismo. Son batallas de la misma guerra. Y las proclamas que llaman a la alegre insumisión, a eso tan neoliberal de: "Que cada cual haga de su cuerpo lo que quiera", como si todas tuviéramos las mismas opciones de elegir, nos hacen mucho daño. A nosotras, pero sobre todo, a las que se están jugando la vida por defender esos derechos fundamentales que aquí parecen banales y, equivocadamente, asegurados.

¿Cómo puede una feminista occidental considerar el velo solo como un pañuelo identitario cuando Nasrin Sotoudeh es condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos?

Nos gusta ir de tolerantes pero el feminismo es una idea radical. Las feministas no podemos considerar respetables las ideologías (tradiciones, costumbres, religiones...) que nos maltratan o maltratan a nuestras semejantes. Todas formamos parte del mismo mundo. No caigamos en la frivolidad.