jueves, 23 de abril de 2020

Confinamiento día 40: EL MIEDO

!Quién lo iba a decir! Han pasado 40 días y tengo más miedo que al principio.

Es un temor distinto. Más sutil, más escondido, más domesticado, pero real. Miro mal a las personas que se me acercan en el súper, me cabrean los que se saltan el encierro, y me producen urticaria los telediarios.

Estoy más vulnerable que al inicio de la cuarentena. ¿Será una consecuencia de la reclusión? A falta de relaciones sociales, me siento más cómoda y segura en la soledad de mi casa que en las calles vacías. Me va a costar salir.

Entiendo que los italianos empapelaran balcones y paredes con "Andrà tutto bene" (todo irá bien). Yo también necesito un mantra que ilumine y tranquilice mi mente.











miércoles, 15 de abril de 2020

Confinamiento día 32: LA ESPERA

Esta sensación de estar esperando algo que no llega...

O si llega, como la primavera, no poderlo disfrutar...

lunes, 13 de abril de 2020

Confinamiento día 30: PRIVILEGIADOS Y QUEJICAS

Estoy molesta con la gente que solo piensa en si misma, Y son muchos.

Hay un toque elitista insoportable en lo de quejarse compartiendo fotos desde la terraza soleada. Si tienes una habitación propia en una casa amplia, confortable y con vistas, !cállate! Que las crisis no son iguales para todos. El tener y el no tener marcan, siempre, la diferencia.

Si  tienes la suerte de poder teletrabajar, acuérdate de los que hoy se reincorporan, porque la patronal así lo ha decidido. Si tienes el sueldo asegurado, a pesar de los pesares, aún con más motivo tienes que estar agradecido. Y callado.

Si estás en casa, sano y con posibilidad de aburrirte eres un privilegiado. !Deja ya de intentar dar pena!

Qué decir de los  jubilados que se la pasan pensando en cómo hacer trampa para salir de casa. !Puro egoísmo! !Hasta el moño me tienen!

Menos aplausos a las ocho y más conciencia. !Leñe!

jueves, 9 de abril de 2020

Confinamiento día 26: CREATIVIDAD GENEROSA


¿Cuántas veces habéis pensado en estos días de reclusión lo bonito que sería saber tocar un instrumento? Yo, un montón. Cuerda, viento o percusión. Lo que sea, pero que entretenga y haga compañía. Si no fuera porque en una limpieza de trastero tiré la flauta de EGB estaría practicando la canción de cuna de Brahms, que todavía me acuerdo de las notas.

Me llegan mensajes por redes sociales contrastando lo mucho que se valora la música para mantener el equilibro mental y la serenidad, y lo maltratada que está en el sistema educativo. Es justo así. Una "maría" en el currículum. Si tienes interés te lo tienes que cultivar por tu cuenta. La escuela no te ayuda.

Pero no solo en la educación, en la sociedad, en general, a la música no se le da el lugar que debería tener. En las crisis es más evidente. Se cierran auditorios, se suspenden conciertos, se paraliza la actividad musical y no se habla de la precariedad de los artistas. Sin bolos no tienen ingresos.

A los que nos deleitan con su talento y su creatividad, (gracias a que recorren un arduo camino de aprendizaje y práctica diarios) solo les otorgamos el reconocimiento del aplauso.

Están bien los aplausos. Pero no sirven para pagar facturas.

Nos dan más de lo que reciben.

domingo, 5 de abril de 2020

Confinamiento día 22: LA FICCIÓN COMO REFUGIO



De verdad os digo que intento seguir los consejos bienintencionados que me llegan por distintas vías para mantener el ánimo alegre. Eso de que hay que ponerse rutinas, mimarse con pequeñas cosas, cuidar las relaciones... Pero es que no me funciona.

He llegado a vestirme de domingo (con un vestido azul que me queda estupendamente y unas medias muy chulas), echarme perfume, ponerme pendientes... para hacer videoconferencias, en las que nos proponemos hablar de cosas positivas, solamente. Pero no cuaja.

Mi cabeza vuelve una y otra vez al estado de alarma. No le puedo pedir que esté normal en la excepción. No me hace caso. Va por libre.

Me reprimo para no ver los telediarios, porque a más información más me altero. Hasta ahora, no era consciente de lo mucho que me chupo los dedos, me restriego los ojos, me llevo la mano a la nariz...¿Cuántas veces me toco la cara en un día?

Solo una cosa me consuela y me evade de la realidad: las películas. Frente a la pantalla siento una agradable sensación de control. Puedo elegir entre drama o comedia. Blanco y negro, o color. Versión original o doblada. Identificarme con la protagonista o con la narradora.

Hoy me he pedido ser Meryl Streep en Memorias de África. Y mientras Robert Redford me lava el pelo, -en esa escena tan erótica y memorable que podría ver en bucle sin cansarme-, estoy feliz.






sábado, 4 de abril de 2020

Confinamiento día 21: LO ESENCIAL

Tres semanas y la inquietud no me abandona. Diría que crece con el aislamiento. Sentir que "otros" toman decisiones íntimas por mí me rebela. Me explico: estoy cumpliendo con lo que se pide, pero reniego de la sumisión que conlleva. La responsabilidad y la disciplina, necesarias para frenar la curva de contagios, no están reñidas con la crítica.

Es más, diría que nos están robando un debate sobre lo que es esencial. Urge hablar de ello. No podemos permitir que nos impongan una esencialidad tramposa. Resulta que es imprescindible mantener máquinas y factorías abiertas, aún arriesgando la salud, porque el mercado no se para y hay que tener en cuenta a la competencia. Sin embargo, está prohibido acompañar a las personas amadas en su enfermedad y su agonía.

A los que tienen la desgracia de pillar el virus y los hospitalizan el protocolo ordena dejarlos solos, -rodeados de profesionales que a su labor sanitaria tienen que sumar la de improvisar videoconferencias con familiares angustiados e impotentes-. Debemos ir a trabajar, pero no se nos permite despedirnos de los nuestros. ¿Por qué aceptamos esa crueldad?

Tiene que haber otra manera. La hay. Seguro que la hay. Pero para encontrarla hay que definir lo esencial.

La Cruz Roja Internacional nació tras la cruenta batalla de Solferino. El suizo Henry Dunant vio en primera persona como los heridos se desangraban y los mutilados gritaban de dolor sin asistencia. Morían por millares, abandonados a su suerte por ausencia de medios. Por falta de previsión. Quizá porque hasta entonces la asistencia humanitaria a las víctimas de las guerras no se consideraba esencial. ¿Qué eran los soldados sino carne de cañón?

Tenemos derecho a la salud. Tenemos derecho a dar y recibir amor. Es un derecho esencial del ser humano. Que no nos lo arrebaten.