Seguir la emisión
del Concierto
de Año Nuevo es una costumbre muy arraigada en mi infancia. Así es como
pasábamos la mañana del día primer del año, jugando por casa, con la tele
encendida y el ritmo de los valses vieneses de fondo.
No descubro nada si
digo que el tiempo vuela. Un día estamos celebrando el nochevieja, y, a
continuación, las horas de luz empiezan a alargarse y nos plantamos en
primavera. El verano se pasa en un suspiro. Con el inicio de curso estamos otra
vez sacando los abrigos del armario y haciendo planes destinados a no
cumplirse.
Hace nada entramos
en el 2000 y en mi nueva agenda marca 2022.
Claudio Magris, en “El
infinito viajar”, cita a la que fuera su esposa Marisa Madieri.
“Nosotros somos tiempo cuajado, dijo en cierta
ocasión Marisa Madieri. Y no sólo cada individuo, también cada lugar es tiempo
cuajado, tiempo múltiple. Un lugar no es sólo presente, sino también ese laberinto
de tiempos y épocas diferentes que se entrecruzan en un paisaje y lo
constituyen; así como pliegues, arrugas, expresiones excavadas por la felicidad
o la melancolía, no sólo marcan un rostro sino que son el rostro de esa persona, que nunca tiene sólo la edad o el
estado de ánimo de aquel momento, sino el conjunto de todas las edades y todos
los estados de ánimo de su vida”.
Tiempo cuajado. Se
me ha quedado grabado.
¡Disfrutémoslo! Tanti auguri