En la católica Irlanda mi vida de mujer vale menos que la de un feto inviable.
Según se ha conocido esta semana, Savita Halappanavar, de 31 años y embarazada de 17 semanas ha fallecido porque los médicos que la trataban eligieron dejarla morir antes que practicarle un aborto. Su marido ha explicado que la mujer pidió en repetidas ocasiones a los médicos del Hospital Universitario de Galway (oeste de Irlanda) que terminasen su embarazo porque sufría fuertes dolores, pero le negaron el aborto porque el feto tenía latido. Sabían que el embarazo era inviable y el feto no saldría adelante, pero protegiendo el latido de ese proyecto de ser humano se cargaron a la madre. Cuentan los periódicos que ahora las autoridades irlandesas van a abrir una investigación para estudiar la muerte de Savita por septicemia (infección generalizada). !Qué asco y qué rabia!
A Savita no la mató la infección; lo que acabó con su vida fue la decisión de los médicos de no salvarla.
Recomiendo leer el artículo de Beatriz Gimeno en El diario.es. A mí la mala leche me ha cortado las palabras.
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Las creencias de cada cual son inocuas para los demás mientras no se usen contra los demás.
ResponderEliminarEse es el problema que tienen las creencias o ideas contenidas en religiones o en ideologías fanáticas. Que matan.
Aunque este caso es más repulsivo si cabe, no nos olvidemos que, a lo largo de la historia, la prohibición del aborto ha causado muchas muertes entre mujeres que han acudido a métodos, personas y sitios nada recomendables para poder abortar. Y tampoco nos olvidemos que las prohibiciones del aborto están basadas en dogmas y principios religiosos.
Conclusión: LA RELIGIÓN MATA