Para poner el broche a este mes de agosto estupendo me voy a regalar a mí misma un helado de mandarina. Pero no cualquier helado sino uno artesanal, sin colorantes, de dos bolas, comprado en la heladería más cara de la localidad. Un capricho.
No soy rica. Vivo de mi sueldo, con una limitadísima capacidad de ahorro, pero puedo gastar mi dinero como se me antoje. Sin dar explicaciones. Gracias a que soy una ciudadana anónima, no una política alternativa a la "casta". Así que si quiero comerme un helado de firma lo hago y nadie me lo echará en cara. Tampoco tendré que justificar mi costumbre de no comprar cremas de marca blanca ni chocolate de oferta. Porque sí.
Esa libertad tan capitalista de que cada cual gaste lo suyo como mejor le parezca se le ha negado a la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Presionada por los medios de comunicación de la derecha más derecha, se ha puesto a explicar cuánto ha pagado por sus vacaciones y con quien ha repartido los gastos, algo que, en mi opinión, no debería haber hecho.
Si ir de vacaciones no es delito, si alquilar un apartamento en la costa no es delito y si tener salud, tiempo y dinero para hacer lo que te guste en tu ratos de ocio no se considera delito, no veo motivo para andar justificándose. ¿Qué pasa? ¿Sólo la derecha puede disfrutar sin sentimiento de culpa?
Me voy a comer mi helado. Y el próximo día os explicaré porqué no me parece bien que Ada Colau cobre sólo 2.200 euros al mes.
domingo, 30 de agosto de 2015
Helado de mandarina (sobre la transparencia y el sueldo de los políticos)
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