Siempre, desde niña, ha habido una escena de las películas de vaqueros que he odiado. Es esa de la persecución, cuando el chico y la chica están huyendo de los malos y ella tropieza y se cae, obligando al galán a retroceder para ayudarle. “Claro- pensaba yo con mi infantil inocencia- con esas faldas tan largas tiene que ser muy difícil correr”. Más tarde, me percaté de dos cosas importantes: de que las mujeres ni con falda larga nos caemos tanto, a no ser que nos empujen, y de que la ropa tiene un significado social añadido, y a veces perverso, al de protegernos del frío o del calor.
Viene esto al hilo de la obligación impuesta por la Federación Española a las jugadoras de balonmano playa para que compitan vistiendo braguita y top. El uniforme que llevaban hasta ahora, - pantalón corto y camiseta-, con el que se sienten a gusto y les permite jugar sin problemas, no les parece adecuado a los burócratas de la Federación y amenazan con prohibirles competir si no enseñan el ombligo. Y digo yo: no hay en la Federación una comisión, grupo o consultoría en temas de Igualdad que les frene…, porque se les está viendo el plumero.
No es sólo que la norma atufe a sexismo es que el mensaje subliminal es como una zancadilla en plena carrera: lo que hacen las mujeres no es deporte sino espectáculo. Todas están chicas tienen que sentir que no se las considera atletas sino actrices de revista. ¿Se plantea algo parecido con los hombres? Por ejemplo, que los futbolistas del Mundial –por citar un deporte de masas que mueve cifras estratosféricas- compitan en slip, cuanto más pequeño mejor. Evidentemente, no. Y no se disolvería la ridiculez de la propuesta si lo hicieran, porque una mala idea no mejora por hacerla extensiva a los dos sexos.
Me gustaría ver a los pensadores de despacho que han decidido semejante estupidez jugando un partido en esas condiciones. Si les parece tan adecuado, que se liberen de la corbata y el traje y salgan ellos al campo cubiertos sólo con tanga tipo hilo dental, para poder observar bien el movimiento de sus glúteos.
En serio: hay que defenderse. En cuanto nos ven con los brazos bajados se aprovechan.
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Me lo había comentado mi hija (jugadora de balonmano, y en ocasiones, de BM playa también) y no me lo podía creer.
ResponderEliminarAdemás, resulta que es una norma internacional... menudos pensadores.
Será internacional pero eso no la hace más aceptable. Me solidarizo con tu hija y su equipo.
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