Si cualquiera de nosotros fuera consciente de que solamente ocho minutos le separan de la muerte ¿qué haría? Gritar, rezar, llorar, nada... Se habla mucho -demasiado, quizá- del copiloto del avión estrellado, el pasado martes, en los Alpes franceses. Es tan estremecedor e incomprensible lo que ocurrió... En el periodismo debería haber un límite ético. Un "ya está, no vamos a darles más espacio a los detalles que sólo alimentan el morbo".
En nuestra sociedad actual cada vez nos cuesta más aceptar la fatalidad como motivo. Buscamos de manera desesperada razones, responsables, culpables en quien descargar la insoportable idea de que la muerte siempre está al acecho. Se puede retrasar -felizmente cada vez la alejamos más en el tiempo - pero nadie puede evitarla. Es humano buscar razones, si bien habría que aceptar que los porqués definitivos de ésta y tantas otras cosas nunca los sabremos.
domingo, 29 de marzo de 2015
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Patua, ote? Zaila da onartzea.
ResponderEliminarYo he pensado en esa caída y los viajeros (y sus circunstancias) desde el principio :-(
Como ha dicho un marido, padre y abuelo de víctimas, qué mas da ahora saber la causa (y menos, añado yo, con morbo).
Egia!
ResponderEliminarConocer la causa no le devuelve a los suyos, pero siempre se piensa que puede ayudar a que no se repita...