Mi verano más corto siempre es el último. Justo ese que acabo de disfrutar. Y es que cada período vacacional se me hace más breve que el anterior. Será que cada vez los aprovecho mejor.
Así es como nos pasamos aquí los meses de verano: aprovechando. Sólo hay que fijarse en las conversaciones de la calle para comprobar que es un verbo que se conjuga sin cesar. "Aprovecha, aprovecha" nos aconsejamos unos a otros. Hay que aprovechar para ir a la playa cuando luce el sol -porque no ocurre todos los días-, y para echar la siesta cuando llueve -la mejor manera de esperar a que escampe-, y aprovechar para comer con los amigos y para darse una vuelta por las fiestas del pueblo -que sólo son una vez al año-.
El cambio de ritmo -a más lento- me hace sentir que el tiempo libre del verano es más ligero y, aunque cunde, se me escapa enseguida. Despedirme del ocio veraniego implica una pérdida de libertad que cada vez me gusta menos. Para mí, el verdadero lujo son los días sin reloj.
Como resistirse no sirve de mucho habrá que adaptarse cuanto antes al retorno del bullicio obligatorio y aprovechar septiembre para cambiar de agenda e iniciar algunos proyectos. Yo, en eso, son estudiante eterna: empiezo lo nuevo con el otoño.
Este año el verano ha sido especialmente corto para los universitarios. Bolonia nos pone a todos a trabajar a primeros de septiembre. Sobre la nueva reforma educativa circula un vídeo con una explicación sin rodeos ofrecida por un decano de la universidad de Vigo. Afirma que es un gran timo. Como una reconversión del sector naval encubierta sumada a una inflación de los títulos.
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Pues venga, Kanene, a ponerle pilas al reloj (o a darle cuerda, si eres más de la vieja escuela). Ah, y a poner el despertador :-(
ResponderEliminarEl despertador es lo peor de lo peor.
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog, me encanta cómo te describes y estoy muy de acuerdo en que el tiempo verdadero es el tiempo sin reloj TIEMPO SIN TIEMPO, lo llama Benedetti y lo dice así:
ResponderEliminarPreciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
qué hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta
tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj
vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.
(Mario Benedetti)
Un abrazo, Montse
Benedetti es de mis preferidos. Muchas gracias y bienvenida a mi rincón secreto. Si tuviera más tiempo sin tiempo escribiría más. Un abrazo.
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