viernes, 27 de abril de 2018

Espanto

Estoy aterrada, realmente consternada, tras conocer el fallo del juicio sobre la violación ocurrida durante las fiestas de San Fermín de 2016. La rabia me ha dejado muda.

He ido al diccionario. Al de la RAE, que no es precisamente feminista. Esto es lo que dice:  "Violación: delito consistente en violar=tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad". En contra de su voluntad. O sea, que si tu voluntad no es follar -estés donde estés y como estés, lo que incluye estar sola de juerga a altas horas de la madrugada y haber bebido- , y te están follando es que te están violando. No veo que sea tan difícil de entender. Lo comprende cualquiera que sepa leer. Incluso alguien que haga voto de castidad y no haya follado nunca puede entender lo que es una violación.

Los jueces saben leer. Deduzco por tanto que no han creído a la víctima. Uno de ellos insinúa que la chavala está disfrutando mientras la violan. Dicho de otra forma: no sufrió lo suficiente; no fue suficientemente vejada, humillada, agredida, cosificada, sometida... Necesita más para considerarla violada. Más dolor para que la Justicia la tenga en cuenta ¿Se puede ser más perverso?

Espero que a la valiente mujer que denunció le lleguen nuestro calor y nuestro cariño. Que sepa que no está sola. Y que le agradecemos enormemente que no callara, que se atreviera a contarlo, y que, en una situación tan dramática y desgarradora, optara por la vida, por seguir viva, por sobrevivir y no engrosar la lista de mujeres mártires muertas a manos de sus agresores. Porque viva la queremos. Junto a nosotras, bailando. Con las banderas moradas al viento. Esas mismas banderas moradas que convierten nuestro miedo en fortaleza colectiva.