sábado, 30 de julio de 2011

jueves, 28 de julio de 2011

Desde la parte buena del mundo

Llevo días quejándome por el exceso de lluvia y nubes. Tanta humedad me saca musgo en el ánimo. Lo tengo todo verde y constipado. Aunque en esta parte del año lo que me tocaba era lucir un humor bronceado y lleno de energía. En consecuencia, como demasiado chocolate.

O sol o chocolate. Mis necesidades no son nada sofisticadas.

Andaba yo en estas banalidades, propias de la gente sin problemas graves -y que dure- cuando un extremista fundamentalista noruego se lió a matar adolescentes, dejando a la vieja Europa y a sus habitantes horrorizados.

El autor de la masacre ha confesado no sentirse ni un poquito culpable. Se planteó la matanza como una operación de marketing para su ideario ultra. Y le ha funcionado porque además del sufrimiento y de dejarnos a todos sin aliento ya se habla de lo que él quería. Me maravilla y me admira la actitud del pueblo noruego. El primer ministro declara que la solución es más democracia. Nada de pedir la pena de muerte o llamar a la guerra contra el terror.

Pero no deberíamos cerrar el asunto en falso diciendo que el tío está loco. La ultraderecha consigue cada vez más votos, o sea más seguidores, en Europa. El Partido del Progreso noruego, los Auténticos Finlandeses, los Demócratas de Suecia, el Partido Popular Danés. Todos nórdicos. Miembros de las sociedades del bienestar. Modelo de gentes educadas y tolerantes que no arreglan sus problemas a garrotazos. Y ¿por qué tienen éxito esos idearios contrarios a la inmigración, al multiculturalismo? La extrema derecha también es importante en los Países Bajos y en Austria. Le Pen está aquí al lado y su cotización sube entre los franceses.

Vivimos en la cara buena del mundo. No somos víctimas, como los africanos, del terrorismo más atroz nunca inventado: el hambre. Podemos preocuparnos de la falta de horas de sol mientras saboreamos una onza de chocolate. Deberíamos pararnos a buscar las causas de ese odio que la extrema derecha manipula tan bien. No vayamos a creernos que estamos inmunizados.

miércoles, 13 de julio de 2011

Cuando el coro de esclavos toma la palabra...

Esta entrada va de música, de emoción, de catarsis colectiva. Y de reivindicación y de política. Todo junto. Y el resultado es bello. Con la medida que, especialmente, los italianos saben dar a la belleza. Ocurrió en Roma. El día 12 de marzo de este año.

Se festejaba el 150 aniversario de la unificación de Italia y se representaba, en el Teatro de la Ópera, Nabucco, de Giuseppe Verdi. El director era el maestro Riccardo Muti.

Entre los asistentes estaban Silvio Berlusconi, el jefe del Gobierno italiano, y también el alcalde de Roma, Gianni Alemanno. Según cuentan los medios periodísticos, al inicio del acto, el alcalde –que curiosamente es del partido que gobierna y recorta, pero de esas trampas oratorias hablaremos otro día- había subido al escenario para pronunciar un discurso denunciando los recortes al presupuesto de Cultura. (Un 30% menos en los últimos cinco años. El fondo para el mundo del espectáculo se ha reducido a casi la mitad en un año, con los consiguientes cierres, despidos…). Las movilizaciones de protesta contra esos recortes habían comenzado ya en noviembre del 2010, con huelgas en teatros, cines y galerías de arte, manifestaciones y conciertos de protesta.

Hay que recordar también lo que Nabucco significa para los italianos. Tiene su carga política. Verdi la escribió cuando parte del país estaba bajo el imperio de los Habsburgo, contra el que tuvieron que combatir para crear la Italia unificada, y el canto del coro –esclavos oprimidos en Babilonia- evoca esa búsqueda de libertad.

Nos situamos en ese contexto. La representación va genial. El público, muy entregado. Y llega el famoso coro. El “Va' pensiero”. Los esclavos que se lamentan: “Oh patria mía, tan bella y perdida”. Desde el gallinero empiezan a arrojar folletos y la gente enfervorizada grita “Viva Italia” y “Viva Verdi”. Y con sus aplausos solicitan un bis del coro. Pero Muti no es dado a los bises. No le gustan las interrupciones. Sin embargo, toma la palabra, se dirige al público, y ocurre lo que se ve en este vídeo. No sabemos si Berlusconi cantaba o se tapaba los oídos. Once días más tarde, el 23 de marzo, dimitía el ministro de Cultura, Sandro Bondi.


(Traducción de las palabras de Muti: “Sí, estoy de acuerdo con esto:“Larga vida a Italia”. Pero… Ya no tengo 30 años y ya he vivido mi vida. Recorrí mucho mundo y hoy siento vergüenza de lo que sucede en mi país. Así que si accedo a vuestra petición de un “bis” para el “Va' Pensiero” no es por una cuestión patriótica, sino porque esta noche, mientras dirigía al coro y les escuchaba cantar “Ay mi país, bello y perdido”, pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. Y en tal caso, nuestra patria, estaría en verdad “bella y perdida”.
Y como estamos en un clima muy italiano, y a menudo Muti le ha hablado a los sordos... Quisiera... Hagamos una excepción. Estamos en nuestra casa, ¿no? En el teatro de la capital. El coro lo ha cantado magníficamente, la orquesta ha acompañado muy bien... Si quieren, les propongo unirse a nosotros para que cantemos todos juntos.”¡Pero todos a un mismo tiempo!”)

martes, 12 de julio de 2011

Sucia política

Vuelvo del oasis de las vacaciones gustosamente disfrutadas y caigo en el desierto de la realidad política.

Los titulares hablan de países que cotizan como bonos basura y de mesas de negociación que no tienen nada que envidiar a los zocos árabes.

Me llama la atención que nadie, nadie, haya dudado de que sea cierto lo que denunció Xabier Agirre el pasado día 7. El candidato del PNV hizo públicas las peticiones de dinero y cargos que les hicieron los de Ezker Batua para apoyar su investidura. Su indignada intervención, en la que no aportó ninguna prueba más allá de su palabra, caló sin esfuerzo en la opinión pública porque la idea de que la política es un foco de corrupción está muy extendida. O sea, que no dijo nada que nos sorprenda. La sospecha de que en el cambio de cromos entran las colecciones particulares de cada uno es común y aceptada. Aunque en sí misma sea algo vergonzoso. Y grave.

En el paro hace mucho frío. La expresión de algunos cargos políticos cuando dejan de serlo muestra bien el pánico al futuro... personal.

La duda es si habrían aceptado de ser las peticiones más comedidas.