domingo, 9 de mayo de 2021

La patria era el bar



Lo siento por el personal sanitario. Tanta admiración y aplauso, y ahora les dejamos a su suerte. Son los mayores damnificados de esta lucha entre poderes: el político, el judicial, el económico...

El mensaje fue claro desde el inicio, pero con el shock del confinamiento no supimos, o no quisimos, interpretarlo: había que aprender a convivir con el virus. O sea, acostumbrarse. Se nos exhortaba  a hacer hueco en nuestra vida cotidiana para las mascarillas, la distancia personal, las cifras de contagios, los confinamientos por contacto, los ingresos en UCI y la muerte. A cambio, nos han ofrecido desinformación y regañinas, junto con promesas de una mejora a plazos que, como el mar, funciona por mareas: ola arriba, ola abajo.

El reforzamiento y la mejora del sistema público de salud quedaban aplazados para tiempos mejores. 

Y así  hemos llegado hasta aquí, mentalmente exhaustos, cada cual aferrado a su argumento, para descubrir que el terreno a defender era el bar. La libertad de consumir y hacer caja le ha ganado la batalla a la solidaridad. 

A partir de ahora, que se mueran los feos que ya tenemos nueva diana: las personas que voluntariamente decidan no vacunarse van a ser señaladas como apestadas. Porque nada une más que un enemigo común.