lunes, 15 de junio de 2009

Votos con anexo

La alta abstención y el avance de la derecha. Esa es la lectura más evidente de las recientes elecciones europeas. Para profundizar en otras interpretaciones propongo que para próximas ocasiones cada voto lleve adjunto el motivo de la decisión del votante. Para que todo quede más claro. El recuento sería más largo pero más interesante.

Se podrían leer cosas como "voto a este para fastidiar a mi padre que vota al otro" o "no soy racista; no es culpa mía si los extranjeros son unos maleantes". Lo mismo con el voto en blanco "ninguno me gusta", o la abstención "tíos, me aburrís".

Los analistas políticos no andarían tan perdidos y los líderes no tendrían que interpretar a ciegas, sólo habría que leer las instrucciones "como pactes con A, en la próxima te enteras". No me negaréis que el día después daría para mucho.

Quizá así se podría responder a las preguntas que se hacen tantos europeos desconcertados: ¿Por qué tantos italianos siguen votando a Berlusconi? ¿Qué pasa para que los escándalos de corrupción no dañen a los políticos del pp? ¿Dónde está la izquierda?

Es evidente que no todos los habitantes de este continente tan conservador y complaciente son ricos pero al parecer quieren vivir como si lo fueran. Olvidando que hasta hace nada aquí también hubo hambrunas y desplazados. En realidad, a poco que lo piensas te das cuenta de que no hace muchos tiempo -dos, tres generaciones- en la mayoría de las casas europeas no había baño, sólo retrete. Que el bienestar es bastante reciente, vamos. ¿Es impresión mía o desde que hemos empezado a ducharnos todos los días el continente huele un poco a rancio?

domingo, 14 de junio de 2009

La puerta del verano

Me gusta junio porque es la puerta del verano, porque los días tienen muchas horas de luz, porque por fin empiezo a no sentir frío en los pies y, sobre todo, porque es el mes en que nació mi hija. Pero no sólo es tiempo de ilusiones también es época de exámenes finales. El colectivo estudiantil se enfrenta a un maratón de pruebas y evaluaciones diversas en la que se puede cosechar éxito o no.

Yo, que nunca he sacado del todo el pie de ese mundo de aprendizaje, observo y escucho el nerviosismo de unos y otros en las calles, en el autobús, en la antesala del examen y pienso, una vez más, que los años no enseñan tanto como se dice –si acaso, habilidad en la búsqueda de excusas- y aquí y ahora casi todos perdemos la serenidad cuando hay que poner a prueba conocimientos y demostrar valías.

Somos muy buenos haciéndonos trampas a nosotros mismos. Lo más común es echar la culpa del fracaso al profesor o al sistema – y es cierto que hay profesores malos, malísimos, que desaniman al más voluntarioso; del sistema no voy a decir nada en este post, ya habrá tiempo – a la materia, o a la edad. Esto último es lo que más me molesta. “Burro viejo no aprende”. Y digo yo que por eso mismo, por no aprender, seguirá siendo burro.

“Y por qué es así si en español se dice de esta otra manera” cuando escucho a alguna persona esa pregunta en una clase de idiomas –da igual el idioma- ya sé que le va a ir mal. Y de paso a sus compañeros también, que tendremos que escuchar la misma retahíla de quejas todo el curso. “Me han suspendido por tonterías. Vale que no puse ni una sola vez el acento en la “e” pero no creo que un acento sea tan importante”. Y lo dice alguien que ha tenido un año para entender que en italiano una è acentuada significa “es” (tercera persona del singular del verbo ser) y la misma e sin acentuar es “y” (conjunción copulativa). Una memez.

Para aprender, la humildad es tan importante como la memoria, la voluntad y el interés. Hay que empezar por reconocer la propia ignorancia. Humildad. Quizá sea de eso de lo que adolece el viejo burro.