lunes, 30 de diciembre de 2019

Fue un atraco perfecto



Fue un golpe maestro dejarnos sin ganas de vencer.

                                                             Nos quedan garganta, puños y pies,,, ya pueden correr.

domingo, 18 de agosto de 2019

El cuerpo de las mujeres

En el cuerpo de las mujeres se está librando una guerra. Una guerra contra la libertad.

En esa guerra por la libertad las mujeres somos tropa de infantería, carne de cañón. Se nos utiliza de avanzadilla para lograr, empezando por la limitación de la libertad sexual o de vestimenta, el desembarco de ideas cada vez más retrógradas.

No es algo nuevo, me diréis. Es verdad, al menos desde los tiempos de la virgen-madre andamos las mujeres batallando con un relato oficial que pretende medirnos con lo imposible (ser madre sin dejar de ser virgen) para no acabar recluidas en una de las dos casillas: pura o puta.

Con mucha lucha, desgarro y sacrificios de muchas mujeres- y de algunos hombres- anteriores a nosotras, fuimos ganando espacio y respeto. Occidente no es el mejor mundo posible, pero es aquí y ahora donde las mujeres tenemos más derechos y más posibilidades de defendernos. Y de vivir en libertad.

Y, curiosamente, en este momento y en este lugar voces que se consideran a sí mismas progresistas y favorables al movimiento feminista, personas con eco en los medios, difunden ideas blanditas y confusas sobre lo que es aceptable o no, en cuestiones tan importantes como la imposición del velo, los vientres de alquiler o la legalización de la prostitución.

Que os parece que mezclo muchos temas... Pues yo diría que el tema es el mismo. Son batallas de la misma guerra. Y las proclamas que llaman a la alegre insumisión, a eso tan neoliberal de: "Que cada cual haga de su cuerpo lo que quiera", como si todas tuviéramos las mismas opciones de elegir, nos hacen mucho daño. A nosotras, pero sobre todo, a las que se están jugando la vida por defender esos derechos fundamentales que aquí parecen banales y, equivocadamente, asegurados.

¿Cómo puede una feminista occidental considerar el velo solo como un pañuelo identitario cuando Nasrin Sotoudeh es condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos?

Nos gusta ir de tolerantes pero el feminismo es una idea radical. Las feministas no podemos considerar respetables las ideologías (tradiciones, costumbres, religiones...) que nos maltratan o maltratan a nuestras semejantes. Todas formamos parte del mismo mundo. No caigamos en la frivolidad.


martes, 9 de julio de 2019

Mujer sin difusor

Esto va de una mujer con el pelo rizado - yo misma- que para secarse el cabello utiliza un difusor. Y del día que tuvo que salir de viaje sin el.
Fuera de nuestro entorno, de casita, somos más conscientes de nuestras dependencias, justamente porque lo que damos por sentado nos falta. No me refiero a tener cubiertas las necesidades básicas: agua potable, colchón, comida, retrete, papel higiénico... Si no a las otras: champú, hidratante, pasta dentífrica, secador con difusor. Esas cosas que acarreamos de origen a destino como un tesoro.
A estas alturas del texto ya habrá algún lector gracioso riéndose de mis banales preocupaciones (secador con difusión, !será boba!), Que sepan que sus burlas no me afectan. Las necesidades capilares de hombres y mujeres no son comparables.
La cuestión es que la viajera sin difusor se miró al espejo antes de salir hacia el aeropuerto y pensó que su melena rizada falsamente casual no iba a tener ese aspecto las próximas semanas y se percató de que su- nuestro- bienestar es frágil como una pompa de jabón.
!qué frivolidad!
Hay personas que sobreviven a guerras, al hambre, a terribles calamidades y enfermedades demoledoras y tú pierdes la serenidad por lo que no cabe en una maleta de turista!... Gora bihotzak!
Con las prioridades resueltas, facturada la maleta incompleta, no puede evitar un pellizco en la boca del estómago cuando la ve irse por la cinta. Llegaremos juntas o la primera relación con los locales será en un mostrador de reclamaciones?
Mantra para este viaje: solo tenemos lo que podemos perder en un naufragio. Cuidémonos.

domingo, 7 de julio de 2019

Coco y dulce de leche

Los dos sabores de mi primer helado de este verano. Una bomba de azúcar. Ya lo sé. Me hacía falta. Estaba en un momento de debilidad mental y física. Me lo comí mientras paseaba, sola, y me sentó de cine. Era justo el 21 de junio.

El segundo de la temporada ha sido de chocolate belga. Impresionante chocolate. Y con compañía divertida, además.

Me gusta contar mis años por veranos. Quizá porque es la estación en que más viva me siento. Yo cumplo veranos, y tomo helados -pocos- solo cuando hace calor. En mi infancia los prefería de hielo (polo de naranja o polo de limón). Nos dejaban la lengua manchada de color. Ahora, por lo general, me gustan más sustanciosos y cremosos. Como para mí son una excepción y no una costumbre, suelen ir unidos a alguna vivencia gozosa.

Guardo con deleite el recuerdo de una granita (granizado) de mora en el paseo marítimo de Brindisi (Italia). Todo era bueno: el entorno, el tiempo, la compañía...y el sabor. Insuperable. Uno de esos momentos que mientras está ocurriendo te hace ser consciente de lo raro que es vivir una perfección así.

Os cuento esto para deciros que mi próximo helado me lo voy a tomar en el Coppelia de La Habana. No sé qué sabor tendrá, -el que toque ese día- y seguramente habrá tremenda cola para conseguirlo, pero son tantas las ganas que tengo y tanto el tiempo que he tardado en cumplir el sueño de este viaje al Caribe, que va a ser uno de los helados/viajes/veranos más importantes de mi colección. Y luego, me iré a bailar.

En algún sitio he leído que "ser feliz no es escapar de la tormenta, sino saber bailar bajo el diluvio". Y de eso, los cubanos y las cubanas saben un rato. !A ver si se me pega!







domingo, 26 de mayo de 2019

Cuando no votas estás votando y cuando usas Glovo extiendes la precariedad

Aquí, donde yo vivo, hoy votamos. O no. Porque no es obligatorio. Bien, pues votemos o no, hoy y aquí todas las personas con derecho a voto estaremos haciendo política. No hacer también es hacer. Quiero remarcar eso.

Que conste que no pretendo afear la conducta de los abstencionistas. Si nada de lo que se oferta les convence lo suficiente es normal que no lo compren, pero que sean conscientes de que su actitud tiene un precio. Nada es gratis. Por muy guay, apolítico y ciudadano del mundo que te sientas, cuando no votas estás votando. No te engañes. 

¿Cuál es la definición de política? Miremos el diccionario de la RAE, a ver si nos aclaramos: 

9. f. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinióncon su votoo de cualquier otro modo.

Justamente ahí, en ese final de la frase ("de cualquier otro modo") es donde estás pillado. Estamos. Porque las consecuencias nos las repartimos. Lo que tu no haces también me afecta. Lo que tú eliges cuenta.

Por ejemplo, en el momento en que decides que es una gran idea utilizar una app como Glovo para que un falso autónomo te traiga a casa tu cena en bici, porque llueve un montón y salir da pereza, y se está mucho mejor en el sofá viendo una serie, pero tienes hambre y cocinar tampoco es que te motive... En ese momento en que coges el móvil y te dispones a ordenar estás haciendo política. De la dura y pura. Estás colaborando a extender la precariedad laboral. A normalizarla. Estás ayudando a putear a alguien. Ya sé que suena feo. Y que tú no eres mala persona. Seguramente, sería más fácil mantenerse eternamente adolescente, en un lamento continuo y echando la culpa de todo lo malo al otro. Pero crecer también es eso: asumir que todo acto tiene consecuencias.

Por eso, no votes si no quieres, pero a partir de mañana no me comas la oreja con que todos los políticos son iguales, porque la política la hacemos entre todos. Tú también participas.

A veces, es un asco ser mayor de edad. Hay que tomar decisiones.


sábado, 9 de marzo de 2019

viernes, 8 de marzo de 2019

El feminismo nos cobija a todas



Mi madre fue siempre machista, más machista que mi padre en realidad. Mis hermanas y yo podíamos contar con su complicidad siempre que nuestros actos no cuestionaran el rol de las mujeres en el mundo; el suyo, se entiende. Así que crecimos y maduramos contra ella, más que con ella. En una discusión permanente sobre su manera de "ser mujer" y la nuestra. No sé si eso nos ha hecho más fuertes y lúcidas, pero, sin duda, nos ha hecho resistentes.

Tampoco sé si es más fácil tener una madre feminista -podemos ser muy pesadas las madres cuando se trata de dar ejemplo-. Mi hija el machismo lo ha sufrido más fuera de casa que dentro - la reflexión es suya- y, desde luego, no tiene reparos en combatir en ambientes masculinizados hasta encontrar su sitio, pero tiene que soportar las consecuencias de relaciones líquidas e inconsistentes  que yo no conocí. Al final, cada cual es hija de su tiempo, no solo de su familia.

Ayer mi madre me sorprendió al decirme que las amigas del coro habían organizado una comida por el 8 de marzo; que ellas también son mujeres y quieren festejarlo y reinvindicarse. Me hizo ilusión escucharla. No importa cómo ni por qué camino llegamos si de lo que se trata es de encontrarse.

Lo cierto es que hoy las tres (abuela, madre e hija) vamos a celebrar el 8 de marzo. Y con nosotras, miles y miles de mujeres -millones si abrimos el foco- que, por un día, van a coincidir en ver lo que les iguala y en exigir lo que necesitan: el derecho a extender sus alas, como la mujer cuántica de la canción. 



.


sábado, 2 de febrero de 2019

Notte di febbraio

Tu sei dentro quella vita che vorrei..