sábado, 27 de marzo de 2010

Antes de partir...

Siempre me entra la flojera. Justo un par de días antes, porque la víspera suelo estar tan atareada que ya no hay sitio para la pereza.

Hay quien me dice que no es sano estar pensando en un nuevo destino tan pronto como se vuelve del último viaje, pero yo no veo que sea tan malo encadenar una ilusión con la siguiente. Porque a mí viajar me ilusiona. El problema es el cansancio. A veces no ando sobrada de energía y para moverse hace falta.

! Hay tanto por ver!

Tengo grabada en la memoria la decepción que sufrí, de cría, cuando me percaté de que no importaba cuántos años viviera ni cuánto tiempo le dedicara: nunca conseguiría leer todos los libros interesentes escritos, ni siquiera en un sólo idioma. Se me cayeron encima todos los límites. Tanta curiosidad no se puede saciar en una sola vida.

Pero antes de partir sólo veo los inconvenientes -soy de las que mete en la maleta remedio contra todo- porque contra lo que pueda parecer mis viajes no son huidas. A mí me encanta estar aquí, donde estoy. Es justo adonde siempre quiero volver.

Viajando me reafirmo en lo corto que es el tiempo de la novedad y lo extenso que resulta el de la repetición. Sé que la necesidad me libera la lengua, que en todas partes hay gente amable, que los hoteles de cuatro estrellas me gustan más que los de tres y que, en realidad, en cualquier sitio se puede estar bien si no te duele nada.

Vale. No se puede plantear la existencia como una carrera contra el tiempo, pero, en serio, siete vidas serían aún poco...

sábado, 20 de marzo de 2010

Cada vez nos conformamos con menos

Se lo escucho decir a Enric González en la entrevista que quería adjuntar pero el programa no me deja (se puede ver en http://www.youtube.com/watch?v=Bi3ZruAgEPQ) y hago mía la frase. Es verdad.

El poder de la masa reduce la exigencia. El “entre todos” se utiliza para diluir cualquier cosa, como si unos no fueran siempre más responsables que otros. Esta es la tendencia actual: todos opinando sobre todo. Cuanto menos se sepa del tema, mejor. La tertulia mal entendida. ¿Qué es Belén Esteban sino la vulgaridad elevada a líder de opinión? Tener méritos es un desmérito. No es que todas las opiniones valgan igual es que parece que valen más las menos facultadas. Es una trampa.

Me cuentan un ejemplo. Un equipo de trabajo dedica semanas a elaborar un plan estratégico -el tema da igual- , discusiones, reflexiones, un canto a la transversalidad, hasta lograr el consenso. Paren un texto. En la última sesión, la de la corrección definitiva, se incorpora un nuevo miembro. El recién llegado no sabe nada del asunto ni del proceso. Es ajeno. “Una visión sin prejuicios” dice el jefe (a veces, al conocimiento algunos lo llaman prejuicio). Se le requiere opinión, qué entiende, qué le disgusta… Suelta lo que puede, lo que se le va ocurriendo. El jefe, hábil manipulador, utiliza las afirmaciones que le convienen para acabar modelando el discurso consensuado según sus preferencias. El argumento: el nuevo -el ignorante- tiene una visión más limpia.

Nos hacen creer que participamos pero o damos la opinión que le gusta al poder o nos explusan a los márgenes. Sólo hay que escuchar las noticias.

Un grupo de hombres extranjeros, de vacaciones, entra a un supermercado el mismo día que un tiroteo en un paraje cercano deja un policía muerto. Sospechosos. Sus rostros en todos los telediarios. Incluso se les reparten nombres y cargos. El fomento de la delación lleva a esas cosas. A alguien le pareció, el siguiente se lo creyó y el tercero envió la orden de búsqueda y captura. ¡Como ese sea el rigor que usan para todo!

También nos hablan de Roldán, el cargo político farsante que robó a manos llenas. Va en autobús en el que será su último recorrido de la cárcel a la ciudad. Lleva haciéndolo cinco años. Desde que le concedieron el régimen de semilibertad. Pero la de hoy es la definitiva. Dormirá en casa de sus padres. Intenta hacernos creer que no tiene dónde caerse muerto. Sin embargo, fuentes de la investigación le adjudican un piso en París y una villa en las Antillas, además de millones de euros en paraísos fiscales. Nada se ha podido hacer para recuperar el dinero. Todavía le veremos en un programa de telebasura reclamando para sí el salario social. Y será líder de audiencia.

domingo, 7 de marzo de 2010

!Tóxicos fuera!

No me refiero a la comida basura, ni al tabaco o al alcohol sino a algunas personas. Gente con tal carga negativa que contagian su negrura, absorben tu alegría; no se confirman con complicarte la vida, si pueden, te la amargan.

¿Quién no se ha encontrado alguna vez un tóxico en su camino? Un jefe impredecible y arbitrario, un vecino envidioso, un compañero traicionero, un abusón que siempre está resaltando los defectos ajenos… Gente tóxica. La categoría fue popularizada por la norteamericana Lilian Glass en su best seller “Toxic people”. En el libro advierte que la raíz de todo son los celos. Según la autora, nadie es sano al cien por cien, ni física ni psicológicamente. Y es que todos podemos ser fastidiosos para otros.

Pero algunos están especialmente amargados; son envidiosos de la alegría ajena, y desean que todo el mundo sea infeliz. Creo que, sin teorizar ni leer investigaciones, cualquiera puede notar que hay encuentros que nos dan y otros que nos quitan. Y que hay personas con poca capacidad para disfrutar de la vida. Gente que te pone enferma.

La única defensa es no permitirles el acceso a tu intimidad. Lo malo es que a veces su proximidad te es impuesta. Yo me defiendo imaginando que son “dibus”. Los veo como un dibujo animado que lleva sobre la cabeza un nubarrón negro, a punto de tormenta. Y sabiendo que su respuesta a todo siempre es no, no, no.

La mejor solución es sacarles de tu vida, desprenderse de cualquier emoción con respecto a la persona venenosa, no sentir ni frío ni calor. No entregarse. Yo con algunos practico todos los días.

sábado, 6 de marzo de 2010

Derecho al delirio



Vídeo realizado por Nerea Ganzarain sobre un texto de Eduardo Galeano, narrado por el mismo autor.