lunes, 20 de agosto de 2012

La alegría de vivir


Hoy es mi cumpleaños y me han regalado una declaración de amor.

No diré quién para no molestar –es una persona tímida-, pero sí cómo: de manera clara y sin vergüenza. Me ha escrito que me quería, que se siente dichosa por compartir tiempo y espacio conmigo, y que piensa que tiene mucha suerte.

Hoy celebro que nací hace unos cuantos años –pocos, teniendo en cuenta todos los que tengo intención de vivir- y he despertado con la constatación de lo que siempre he sabido: el cariño es el latido que nos mantiene vivos, -aún en los malos momentos, cuando parece que todo falta-, es el verdadero aliento del alma.

Los vascos tenemos fama de ser secos, contenidos, poco expresivos con los afectos. Son estereotipos, ya sé, pero algo de cierto hay. Deberíamos cambiar; aprender de otros que son más efusivos. No digo yo que haya que andar repartiendo abrazos a desconocidos, ni haciendo demostraciones de júbilo por cualquier cosa. No hablo de pasarse a las lisonjas melosas, pero si convendría soltarse un poco un pelo. Entender claramente que el amor que no se expresa se pierde. ¿De qué sirve querer si no se demuestra?

Soy una mujer afortunada. Hoy me han ofrecido motivos para sentir intensamente la alegría de vivir. Y me gustaría compartirla. Que os llegue un poco de esta voglia di vivere, joie de vivre, joy of living, bizipoza que me inunda.

No conozco mejor regalo.


(J. me pide que aclare que no ha sido él el de la declaración. No vayan a pensar sus conocidos que es un blandengue sentimental. Dicho queda).





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