Lo siento por el personal sanitario. Tanta admiración y aplauso, y ahora les dejamos a su suerte. Son los mayores damnificados de esta lucha entre poderes: el político, el judicial, el económico...
El mensaje fue claro desde el inicio, pero con el shock del confinamiento no supimos, o no quisimos, interpretarlo: había que aprender a convivir con el virus. O sea, acostumbrarse. Se nos exhortaba a hacer hueco en nuestra vida cotidiana para las mascarillas, la distancia personal, las cifras de contagios, los confinamientos por contacto, los ingresos en UCI y la muerte. A cambio, nos han ofrecido desinformación y regañinas, junto con promesas de una mejora a plazos que, como el mar, funciona por mareas: ola arriba, ola abajo.
El reforzamiento y la mejora del sistema público de salud quedaban aplazados para tiempos mejores.
Y así hemos llegado hasta aquí, mentalmente exhaustos, cada cual aferrado a su argumento, para descubrir que el terreno a defender era el bar. La libertad de consumir y hacer caja le ha ganado la batalla a la solidaridad.
A partir de ahora, que se mueran los feos que ya tenemos nueva diana: las personas que voluntariamente decidan no vacunarse van a ser señaladas como apestadas. Porque nada une más que un enemigo común.
La persona es libre de no querer vacunarse... pero ¿hasta qué punto esa libertad afecta a la mía, a la de las demás personas? ¿Y si todas las personas, en ejercicio de nuestra libertad, optamos por no vacunarnos?
ResponderEliminar[Apunte: yo ya he cogido mi cita, en cuanto me ha tocado. Tengo amigos que no lo piensan hacer]
Kaixo, Iñaki. Todo lo que hace el otro nos afecta como colectivo. También la abstención en las elecciones nos afecta. Votar no es obligatorio y vacunarse tampoco. Hay que respetar a los que deciden no vacunarse, sin juzgar ni acusarlos de insolidarios. Si todas las personas optáramos por no vacunarnos habría que pensar en otra solución, porque los políticos representan la voluntad de la gente, no la sustituyen. En cualquier caso, los no vacunados van a ser una minoría.
ResponderEliminarEl otro día pensé en lo que planteas en esta entrada, Kanene, leyendo a Juan Ignacio Pérez, @uhandrea, en su blog No parece buena idea obligar a la gente a vacunarse
EliminarEskerrik asko, Iñaki, por el enlace. Muy interesante. La información veraz es la mejor arma para ganarse la confianza de la gente. Hay que partir de que todos queremos preservar nuestra salud. Si se demuestra que la vacunación es el mejor camino, cada vez más personas se sumarán. Es lo que está ocurriendo.
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