domingo, 19 de diciembre de 2010

Diez años sin Carlos Cano

Me apetece mucho escribir sobre los controladores aéreos, para defenderlos.

Ya sé que son unos pijos privilegiados que nos tienen que caer mal porque cobran demasiado dinero y dejaron a un montón de gente colgada en el inicio de sus vacaciones. Pero es que esa lectura apresurada no me convence (600.000 viajeros no es todo el país y se me ocurren otros colectivos de gente que cobran demasiado para lo poco que aportan a la sociedad y no son criticados por el poder político…). Aún me convence menos lo de tener que acostumbrarme al estado de alarma cada vez que el gobierno de turno no sepa resolver un conflicto laboral.

Pero como los controladores se defienden muy bien ellos solos -he visto en la tele a uno de sus portavoces y pocos ministros aguantarían un debate público con él- y hay suficientes artículos interesantes para leer al respecto (propongo dos: éste de Miren Etxezarreta en el que se pregunta cuánto tardarán las autoridades en trasladar la norma de que la baja no sea parte de la jornada laboral a los demás trabajadores y éste otro de José María Ruiz Soroa sobre el estado de alarma) voy a dedicar esta entrada a Carlos Cano, que falleció el 19 de diciembre de 2000.

Para el que no conozca a este cantautor y poeta andaluz, que antes de ser artista fue emigrante en Suiza y Alemania, he elegido tres canciones, seguramente no las mejores ni las más alabadas, pero sí muy significativas de su pensamiento: “La especulación”, “La metamorfosis” y “ La estrella perdida”. No hace falta ser “honoris causa” para explicar lo elemental de manera que todos nos entendamos. Cano anunciaba, allá por los 80, que llegarían tiempos mejores. Me quedo con las ganas de saber qué cantaría hoy.






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