domingo, 6 de marzo de 2011

Las palabras gastadas necesitan reparación

Me ilusiona ver que hay accesos a este blog aunque no lo renueve. Es vanidoso por mi parte, lo admito, pero hace ilusión que alguien te pregunte ¿qué has hecho en febrero, que no escribes? como si esto no lo hiciera en la esquina del resto de mi ocio. O sea, cuando he acabado con todo lo demás. Perder el tiempo que me sobraba. Eso he hecho. Dejarlo correr. Es muy beneficioso para la salud emocional, de vez en cuando, no hacer nada de nada.

Y es que estoy estresada. Lo noto en que por momentos la actualidad me cansa, por poco novedosa, por repetitiva, por predecible...Por mezquina. Por tremenda. Por horrible.

Leo de una joven mexicana que se declara en huelga de hambre porque quiere conseguir una invitación para la boda del príncipe William y Kate. O miente, y no está dispuesta a morir, o tiene muy poco aprecio por su vida. ¿Tiene sentido que nosotros demos importancia a algo que ella no valora? Por mí, que se muera… (Piii. Políticamente incorrecto).

Me incomoda la hipocresía verbal. Habría que hacer un diccionario con palabras y expresiones que han perdido su sentido. Intimidad, por ejemplo, es una palabra cada vez más vacía. Desde que los teléfonos móviles son una plaga cualquiera va contando sus secretos en voz alta en el tranvía. Hace unas semanas, escuché, con todo detalle, el tratamiento de fertilidad de una chica que estaba en crisis con su pareja. (¡Menudo rollo que se marcó la muy pesada!)

Pero las hay aún más vacías. Demócrata es de las más devaluadas. Se podría decir que es una etiqueta adulterada desde el origen. El reparto de este calificativo durante la Transición no fue riguroso. Y algunos de los que se apoderaron de la palabra sin merecérselo andan ahora escatimándosela a otros. (Manda huevos… que dijo el ministro).

Palabras sin significado. Discursos vacíos. Mentiras oficiales que van modelando la opinión pública. Y tragar y tragar, cosas cada vez más inverosímiles.

Una última acepción por hoy: Tormento. Es una palabra terrorífica. Espeluznante. Y muy actual. No hay que remontarse a la Inquisición española para documentar casos de tortura. Pero se obvia. Se pretende conseguir el borrado por omisión. Como me dijo una vez un taxista chileno hablando de los desaparecidos durante el “gobierno del general” (la dictadura de Pinochet, para entendernos) “aquel que no se buscaba problemas no los encontraba”. Si lo ignoramos nos podemos convencer de que no va con nosotros…

Yo también estoy gastada. Tendré que seguir con la vida contemplativa.

2 comentarios:

  1. Venga, Kanene, que seguro que tu ocio sigue siendo descanso activo, aunque no emborrones renglones en borradores que acaban esperando en la despensa de tu blog a ser publicados.

    See you soon

    ResponderEliminar
  2. Te sugiero que sigas con el diccionario de palabras gastadas y prostituidas, aunque sea políticamente incorrecto.
    Puede ser un buen filón.

    ResponderEliminar