sábado, 30 de junio de 2012

Sobre emociones, olvidos y el milagro de la economía alemana

Apenas me he acercado al blog durante este mes. He estado ocupada aprendiendo cosas diversas. Como se dice ahora: he estado dedicada a la escucha activa.

Entre otras obligaciones, he asistido a foros donde se disertaba sobre la comunicación política y la importancia de las redes sociales. Todo muy interesante y muy "del momento". Y me han quedado claras un par de cosas que me gustaría compartir aquí.

La primera es que las redes sociales no son revolucionarias. Son un canal más, como el teléfono o la charla en el bar. Con sus peculiaridades y ventajas, por supuesto. Nada despreciables como vía de comunicación, pero los cambios sociales no se consiguen vía Twitter, por mucho que a los blogueros y demás aficionados les cueste aceptar.

La segunda es que lo más importante que gestionan los políticos no son programas ni presupuestos económicos sino emociones. La esencia de la política está en tocar, en llegar, al estado de ánimo de la gente. Si les cuentas lo que quieren oír y consigues que quieran oír lo que tienes que contarles has triunfado.

Y como siempre en comunicación, tan importante como lo que se dice es lo que se calla. Esto vale para todos nosotros, eh! Nadie va enseñando, en una primera cita, su verruga en la espalda. Ninguno intenta seducir a otro hablando de sus ronquidos o su desagradable despertar. Así que engañamos y nos encanta ser engañados. ¿Es aceptable o no? Depende de la medida.

Y ahora es cuando mi hija me preguntaría: "¿Y qué tiene que ver todo esto con el título que has puesto?". Mucho. La crisis económica, el rescate a los bancos, los recortes sociales, todo lo que decían que no iba a ocurrir y está pasando... se está "narrando" en base a las emociones y los olvidos. Escucho hablar a amigas, a la gente que me rodea, y me percato de que se asume la situación como si tuviéramos algo de culpa. Nos están preparando y estamos creyendo que tenemos que aceptar un castigo por un "pecado" algo indefinido e incierto, no sé, como si hubiéramos querido vivir imitando a los ricos sin serlo.

Me irrita profundamente este relato tan extendido que nos anima a despreciar a los griegos y a admirar a los alemanes. Así que os invito a leer este texto, muy clarificador, sobre las bases de la prosperidad alemana. Porque los discursos oficiales son siempre interesados y, a menudo, hábiles en tapar verrugas y ronquidos.

2 comentarios:

  1. Se nota que eres una experta en comunicación... muy buena la entrada.

    Yo estoy cada vez más enfadado con ese relato que nos están vendiendo los políticos tan apocalíptico por un lado y tan culpabilizador del ciudadano por otro.

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    1. Gracias Josefo, pero vamos a dejarlo en simple periodista.

      A mí también me enfada cuando dicen que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". No conozco a nadie que lo haga. Deben ser de otro pueblo.

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