sábado, 3 de febrero de 2018

Si Woddy Allen fuera mi amigo...

A raíz de las denuncias de agresiones sexuales en Hollywood (primero contra el poderoso productor Harvey Weinstein y a continuación contra muchas otras celebridades) y del sonoro movimiento  #MeToo  creado por las valientes actrices ha surgido una potente ola que visibiliza el acoso y la impunidad de esos depredadores pero también se está llevando consigo la presunción de inocencia de todos los hombres.

Son contadas las voces que se atreven a defender a los señalados por el dedo acusador. Diane Keaton ha sido la excepción al declarar que Woddy Allen es su amigo y sigue creyendo en él. Mientras todos le repudian ella confía en su versión.

La apreciación sobre la maldad intrínseca de los hombres en la cultura patriarcal divide a las feministas a menudo, quizá no públicamente, pero sí en debates y discusiones internas. Y se puede simplificar en una toma de postura ante dos interrogantes: a priori y hasta que se demuestre lo contrario, ¿hay que creer siempre a las mujeres? ¿hay que condenar siempre a los hombres?

Lo que voy a relatar ocurrió realmente y solo tiene la importancia que cada cual le quiera dar.  Eran  los primeros años de la década de los 80. El aborto estaba penalizado pero había maneras de salir del apuro sin jugarse la vida. Solo había que saber dónde y a quién acudir. En ese contexto, feminista A pide ayuda a feminista B -que trabajaba en un centro de planificación familiar y era suficientemente conocida-. Feminista B le suelta la primera pregunta a la embarazada, sin aviso ni excusa: "¿Quién ha sido el agresor?". Feminista A, sorprendida y enojada al cincuenta por ciento, se escucha a sí misma justificando que agresor ninguno, que ha tenido sexo con su pareja, que lo hacen a menudo y disfrutan mucho los dos, pero esta vez han tenido un problema con el condón...

Feminista A salió muy molesta de la conversación y convencida de que feminista B tenía una idea muy negativa sobre todos los hombres que en el mundo habitan. Una idea muy diferente de la suya y de su experiencia. Donde una veía "mujer amada" la otra veía "mujer agredida".

Yo he conocido y conozco a hombres buenos. Mi padre lo era. Machista sin duda, condicionado por su tiempo y su educación, pero respetuoso con las mujeres. Siempre. Con todas las mujeres. He tenido y tengo parejas y amigos que me han acompañado y me acompañan en la vida sin agredirme ni acosarme. A ninguno de ellos me los puedo imaginar como abusadores y violadores.

No soy amiga de Woddy Allen y no tengo opinión fundada sobre el caso, pero si Allen fuera mi amigo habría dicho lo mismo que Keaton.

Porque todos los hombres no son iguales. Y todas las mujeres tampoco.

2 comentarios:

  1. Chapeau.
    Has escrito esa entrada que me hubiese gustado a escribir a mí, pero no encontraba el tono adecuado.

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