domingo, 11 de octubre de 2009

El despacho y el txoko

Vamos a imaginar que a mi me gustara hacer ganchillo. Que me relajara dedicar mi tiempo libre a juntarme con otras mujeres, también amantes de esa labor, para compartir afición. Que yo fuera tan selectiva, que sólo aceptara en el grupo a mujeres conocidas mías o de alguien de mi misma cuadrilla. Las fanáticas de la aguja somos cada vez más y acabamos alquilando un local para nuestra asociación de mujeres, en la que - nosotras pagamos y nosotras decidimos- la admisión sea limitada y sólo aceptamos a las que nos da la gana.

También podría ser que la asociación fuera de mujeres con las uñas de porcelana. O de productoras de pacharán casero.

Y resulta que algunos hombres –también aficionados al ganchillo, o a las uñas postizas o a la elaboración de licores- quieren entrar en la asociación. Y nosotras que no. Y ellos que sí. En el asunto tercia una institución creada para conseguir la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural y social de la Comunidad donde yo habito. Y nos pone una multa de 900 euros por discriminación sexual, como la que acaba de recibir una sociedad gastronómica alavesa sólo para varones.

Me asalta una duda: ¿esa Ley de Igualdad es aplicable también a Iberdrola y al BBVA? Parece que se restringe al ámbito de las administraciones públicas pero quizá esas entidades privadas reciban subvenciones o firmen convenios o contratos con la Administración. Quizá por ahí…

Propongo a Emakunde que curse multas a las empresas de selección de personal que preguntan a una ingeniera industrial de 25 años si tiene intención de ser madre. Quiero una acusación formal de discriminadores contra los empresarios que del currículum sólo miran la casilla del sexo.

También podría esforzarse en exigir la aplicación de la ley entre los altos puestos de la Administración. Le sugiero centrar sus análisis en las reuniones de cargos de libre designación –a dedo- con una proporción 17 hombres 1 mujer.

Ya que tanto empeño pone en que yo pueda entrar en las sociedades gastronómicas, me gustaría que trabajara para que las mujeres nos sentemos también en los Consejos de Administración de los grandes bancos. Quiero ver mujeres rectoras en las universidades, en las alcaldías, en las reuniones del G-20..., en la misma proporción que hombres. Quiero ocupar las calles, las plazas y los parques a las cinco de la madrugada con la misma libertad e igualdad que ellos. Espacio público en igualdad.

Ahí es donde quiero que se esmere Emakunde: en lo público. Que además es donde su Ley de Igualdad tiene ámbito de aplicación y posibilidades de hacerse cumplir.

Afecta mucho más a mi vida, y a mi desarrollo como mujer y persona, que no me contraten por tener capacidad reproductiva a que no me dejen entrar en la cocina de una sociedad a preparar bacalao al pil-pil. Por eso, me parece mucho más importante conquistar el despacho que el txoko.

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