Último lunes de octubre en Gernika. La agricultura reconvertida en ocio. Miles de personas acudirán a la feria del agro vasco, como quien va al cine o a un museo al aire libre. Los hosteleros harán su agosto. En los puestos se quejarán de que no venden tanto como quisieran. Se hablará de la crisis. O de su ausencia. Y hasta el año que viene; o hasta la próxima, que Santo Tomás está al caer.
No sé cuántos de esos paseantes habrán oído hablar de Akuilu, la asociación de jóvenes agricultores que este pasado fin de semana ha llevado a cabo una marcha reivindicativa desde Azpeitia a Durango. "El caserío es una forma de vida tan digna como cualquiera y la asociación, formada por jóvenes baserritarras, quiere demostrarle a nuestra sociedad que los baserritarras son necesarios, que tienen mucho que ofrecer y que, si se les facilita el camino, todos saldremos ganando” han declarado. Quieren fomentar la venta directa, la relación productor-consumidor mediante cooperativas. Necesitan ayudas económicas para no abandonar, para que trabajar salga rentable. Necesitan, además, que lo entendamos.
El portavoz de la asociación Akuilu ha dicho que no tienen excesivas esperanzas en que las administraciones públicas «muevan algo. No tenemos mucha fe», precisó. Sin embargo, cree que es necesario que la sociedad sea la que actúe de manera directa para «que haya una cambio de la política agraria. Nuestra marcha ha querido remover a la sociedad, a nuestro pueblo, para que entre todos consigamos que el sector salga fortalecido con los jóvenes».
Yo tampoco tendría mucha fe si estuviera en su lugar. En la Administración, por supuesto, -es más fácil que den ayudas para cambiar de coche que para comprar alimentos-, pero ni siquiera en la sociedad. Quieren hacernos pensar, reflexionar sobre si consideramos la agricultura como parque temático o como actividad productiva. Qué incordio sería descubrir que para practicar el comercio justo no hay que irse hasta lejanas tierras.
Hemos socializado los problemas del sector financiero. Nos han convencido de que sus pérdidas son nuestra perdición. Así que los gobiernos ayudan, con el dinero de todos, a los grandes bancos, a sabiendas de que nunca nos tendrán en cuenta en el reparto de beneficios. ¿A alguien se le pasa por la cabeza aplicar una política similar de ayudas a la agricultura local? Para empezar, la OMC nos acusaría de fomentar la pobreza en el Tercer Mundo. Por lo visto, el sector financiero no tiene nada que decir en el tema del hambre. Ellos sólo fabrican dinero. Los agricultores trabajan para dar de comer a la gente. ¡Qué vulgaridad!
Tranquilidad y buenos alimentos, solía decir mi padre ante cualquier problema. Ya que somos lo que comemos, vamos a comer bien. La tranquilidad la perdimos hace mucho y lo de comer bien…
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