domingo, 23 de septiembre de 2018

Un punto en el mapa

Ha sido el tema de la semana. La banalidad elevada a noticia de informativo prime time. La versión en inglés de un folleto turístico institucional -donde la CAE se coloca erróneamente en la mitad de la meseta- ha dado para hablar mucho y a mucha gente. Sobre todo en las redes sociales que son el altavoz moderno de las conversaciones de taberna pero, en mi opinión, igual de irrelevantes.

He echado de menos que alguien, algún medio de comunicación ya que lo han considerado noticia, pusiera el foco en las consecuencias del error: nimias. (Ni siquiera el montante económico es notable. Pensemos, por un momento, en lo que se destina a coches oficiales y gastos de representación. Solo por comparar).

Mientras nos entretenemos, y nos entretienen, con bobadas, no nos enredamos con asuntos más importantes, o sea, de los que tienen un reflejo más crudo en nuestro día a día. ¿Para cuándo un debate riguroso sobre el precio de la electricidad, la dependencia energética, el poder de las grandes multinacionales? No. Eso nos supera. Nos enfadamos cuando llega la factura y seguimos haciendo chistes sobre el punto desviado de un folleto en inglés.

Que no digo que haya que obviar los errores... El camino de la excelencia está lleno de equivocaciones. Sirven para mejorar. En este caso también: seguro que a partir de ahora alguien mirará con más interés las pruebas de imprenta. Pero es que me parece que somos despiadados en la tienda de caramelos -que no se desvíen al darnos los céntimos del cambio, por favor- mientras no decimos ni pío cuando la factura abusiva nos la coloca un restaurante o una marca de ropa.

A la Administración hay que exigirle que haga las cosas bien: los folletos y todo lo demás. Por ejemplo, los exámenes de las convocatorias públicas de empleo. Y hay que tener la perspectiva suficiente para distinguir entre los sucesos novedosos y con interés general de las bagatelas. Con lo caro que se vende el minuto en  la televisión pública dedicarlo a los errores de un folleto... Me escandaliza. 

Pero, por otra parte, qué podemos esperar de una práctica periodística que se pasa el verano contándonos que hace calor y en invierno abre los informativos diciendo que ha llegado el frío. Estamos cada día más abobados/as.

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