Hoy, lunes laborable, vamos a comprobar hasta que punto teletrabajar es una fantasía para miles y miles de personas. Los vehículos particulares tomarán las carreteras y a los mismos a los que ayer se les exigía quedarse en casa se les obligará a acudir al puesto de trabajo, !Es la economía, amigo! La salud es lo primero, pero no para todos.
Vivimos en una ilusión. La normalidad para unos es un deseo inalcanzable para la mayoría. Esta situación excepcional deja en evidencia que en nuestro día y día hay clases. Clases sociales, de las de toda la vida. Para empezar, no todas las personas tienen una casa en la que confinarse.
Pero no nos pongamos tiquismiquis. Hay albergues municipales. Aceptemos que en esta situación todo quisqui tiene donde cobijarse. Vamos a centrarnos en la población activa. Algunas personas podrán trabajar desde casa, seguro que sí, y es estupendo, pero hay una larga lista de oficios y tareas que no se realizan por Internet.
Sabemos que las vacas no se ordeñan solas, ni las verduras se teletransportan a la tienda. Para llenar la despensa dependemos del primer sector -nunca suficientemente valorado- , de transportistas y reponedoras; de cajeras -¿cuántas interacciones puede llegar a tener una cajera en su jornada laboral?- Las limpiadoras, con su discreta e imprescindible labor, no pueden quedarse en casa sin que se note. Así que para alimentarse y mantener la higiene lo digital no nos vale.
Pongamos la vista en una gran empresa: la oficina se puede trasladar, pero la cadena de montaje no. No quiero aburriros, haced vuestras propias listas. Esta es una buena ocasión para reflexionar sobre la diferencia entre valor y precio. Quizá, seguramente, los imprescindibles no son los mejor pagados. ¿Cuánto cobra un/a influencer? ¿Y un/a tertuliana del cotilleo?
lunes, 16 de marzo de 2020
Confinamiento "flexible" día 2: EL TELETRABAJO ES UN CUENTO
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