sábado, 4 de abril de 2020

Confinamiento día 21: LO ESENCIAL

Tres semanas y la inquietud no me abandona. Diría que crece con el aislamiento. Sentir que "otros" toman decisiones íntimas por mí me rebela. Me explico: estoy cumpliendo con lo que se pide, pero reniego de la sumisión que conlleva. La responsabilidad y la disciplina, necesarias para frenar la curva de contagios, no están reñidas con la crítica.

Es más, diría que nos están robando un debate sobre lo que es esencial. Urge hablar de ello. No podemos permitir que nos impongan una esencialidad tramposa. Resulta que es imprescindible mantener máquinas y factorías abiertas, aún arriesgando la salud, porque el mercado no se para y hay que tener en cuenta a la competencia. Sin embargo, está prohibido acompañar a las personas amadas en su enfermedad y su agonía.

A los que tienen la desgracia de pillar el virus y los hospitalizan el protocolo ordena dejarlos solos, -rodeados de profesionales que a su labor sanitaria tienen que sumar la de improvisar videoconferencias con familiares angustiados e impotentes-. Debemos ir a trabajar, pero no se nos permite despedirnos de los nuestros. ¿Por qué aceptamos esa crueldad?

Tiene que haber otra manera. La hay. Seguro que la hay. Pero para encontrarla hay que definir lo esencial.

La Cruz Roja Internacional nació tras la cruenta batalla de Solferino. El suizo Henry Dunant vio en primera persona como los heridos se desangraban y los mutilados gritaban de dolor sin asistencia. Morían por millares, abandonados a su suerte por ausencia de medios. Por falta de previsión. Quizá porque hasta entonces la asistencia humanitaria a las víctimas de las guerras no se consideraba esencial. ¿Qué eran los soldados sino carne de cañón?

Tenemos derecho a la salud. Tenemos derecho a dar y recibir amor. Es un derecho esencial del ser humano. Que no nos lo arrebaten.



2 comentarios:

  1. Me temo, Kanene, que en estos tiempos de alarma nos estamos dejando, valga la modificación del dicho, muchos derechos en la gatera

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  2. Sí. Igual son demasiados. Es una situación excepcional, pero no una guerra.

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