Todos somos frikis
de algo. Yo tengo una debilidad por Italia. Visité por primera vez la Toscana en 2002 y me enamoré, pero no de la
cúpula de Brunelleschi sino del idioma.
Desde entonces vuelvo siempre que puedo. Como las pasiones no tienen explicación, no
voy a intentar buscar razones a la mía. Allí me siento a gusto, es como si el
lugar me acogiera.
Tengo a mi entorno un
poco harto con esta manía mía y es normal. De Italia me gusta hasta la canción del verano.
Estoy abducida.
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